lunes, 29 de febrero de 2016

Estampas en sepia XII- De tejas para arriba (1)

Estampas en sepia

Diego Salcedo Salcedo
"Zumbambico"

Para el concurso " Recuerdos de mi Pueblo"
de la Junta Regional de Cultura
del Valle del Cauca

Buga 1985


De tejas para arriba


Al Padre Garrido Campo no lo querían dejar estudiar para cura y entonces se hizo abogado y se recibió con honores. Una vez graduado consideró que ya le había dado gusto al papá, que podía hacer de su capa un sayo y que su vocación era la Teología y no el Código Civil, así que ejerció un tiempito y se metió al seminario.

Cuando lo ordenaron hubo fiesta grande por la prestancia del nuevo presbítero y doctor y por las circunstancias que quedan dichas. Cantó la primera misa en el Templo, que ya era la Basílica, y lo llevaron y trajeron con procesión solemne por las calles.Yo la vi desde un balcón de la catorce, frente a la casa del doctor Durán y el pueblo se agolpó en los andenes para testimoniar su admiración al misacantano.


Ceremonia de colocación de la primera piedra del Templo del Señor de los Milagros.

Al Templo lo erigieron en Basílica y hubo rogativas, tumbaron la reja que cerraba el parque Lourdes, lo despejaron del bosque de careyes que tenía, y nos regalaron una pista que ni mandada a hacer para jugar la lleva y montar en patines. En las casas se repartieron el trabajo de producir las flores artificiales y las guirnaldas de papel conque adornaron las calles por donde pasaba la procesión y ese programa duró varias semanas.

Durante la novena por las mañanas había alborada con banda y rosario y por las noches pólvora en la plazuela como ahora, y esa vez los cohetes de fantasía dejaron caer paracaídas que bajaban a las casas de varias cuadras a la redonda, ni más ni menos que las fotos que un veía de las invasiones alemanas a Europa Central. En el ciruelo de mi casa cayó uno y le sacamos mucho jugo después con los bogotanos.


Templo del Señor de los Milagros. Foto archivo  Hilda Azcárate en Buga en fotos.


Con las rogativas cambiaba Buga por completo porque se llenaban las calles de carros y de gente todo el día y eso de por si ya era algo nunca visto. Además, todo el mundo andaba en función de la fiesta y en las casas más encopetadas recibían a los obispos con miles de preparativos para hacerles buena comida y todo eso.

Las distintas cofradías hacían pabellones con cintas que las unas las llevaban las niñas más bonitas de la sociedad estrenando de todo a todo, si era el pabellón de la Legión de María, o las señoras más jóvenes, elegantes y circunspectas, si era el de la Virgen del Perpetuo Socorro o el de la Hora de Súplica. Detrás de cada pabellón iban las demás.

Desfilaba el alcalde con los concejales portando un estandarte con borlas y flecos de hilodeoro, vestidos todos de sacoleva; el comandante del Palacé con sus oficiales en traje de parada; el Tribunal en pleno y los obispos con capa magna y calle de honor de sus seminaristas de forma que cada obispo ocupaba media cuadra; una compañía de soldados con casco de campaña y morral a la espalda y la banda de guerra anunciando el paso del Milagroso, cubierto de orquídeas, que lo llevaba en hombros y por turnos un grupo de señores en traje de etiqueta.


Procesión del Milagroso, agosto de 1934. Archivo Diego Salcedo.


Por mi casa pasó la procesión esa vez y vi la imagen con el costado derecho abierto por el machetazo de un loco que se subió al camarín y casi no lo bajan de allá. Hubo consternación nacional y las estampas que vendían las Domínguez Sanclementes tuvieron que cambiarlas todas para actualizarlas con otras que ya llevaran retratado el machetazo.

Después de cada rogativa editaban unos folletos recordatorios con fotos tomadas antes de la procesión  a las damas que habían llevado los pabellones.








sábado, 20 de febrero de 2016

Estampas en sepia XI- Ecología urbana (2)

Estampas en sepia

Diego Salcedo Salcedo
"Zumbambico"

Para el concurso " Recuerdos de mi Pueblo"
de la Junta Regional de Cultura
del Valle del Cauca

Buga 1985


Ecología urbana (2)


La leña llegaba en recuas de mulas y caballos aperados de horquetas y cargados hasta el alma. El de leña daba tres aldabonazos, soltaban los rejos que amarraban la carga y ésta caía sobre el andén y la calle con estruendo. A nosotros nos tocaba entrar os palos y encarrarlos mientras tanto en el zaguán.para después llevarlos a la cocina. Se inundaba la casa con olor a madera fresca y las manos quedaban llenas de astillas y de líquenes:

_ Barajo, ya ni siquiera quieren entrar la leña. Si, mija, y eso que la subieron desde la otra semana. ¡ Bendito sea Jesús Sacramentado!







Al día siguiente el fogón chisporroteaba que era un gusto.

Pasaba Ramón "Arenas" con sus reques, pasaba don Pedro Murgueitio jinete en buen alazán, echando cohetes porque era el San Roque en Guacarí o porque estaba contento, simplemente; pasaban unos rucios tirando rastras de guadua, y pasaba mi tío con cara de terror montando en pelo una potranca desbocada, en carrera tendida hasta dar con el río.

El campo quedaba a la vuelta de la esquina y se metía en el pueblo a cada rato, y el pueblo era un potrero sombreado de chambimbes y de caimos, de nísperos, de palmas de corozo, de aguacates, y partido en mangones de a manzana por las casas, las tapias y los cercos de lata.



sábado, 13 de febrero de 2016

Estampas en sepia XI- Ecología urbana (1)

Estampas en sepia

Diego Salcedo Salcedo
"Zumbambico"

Para el concurso " Recuerdos de mi Pueblo"
de la Junta Regional de Cultura
del Valle del Cauca

Buga 1985


Ecología urbana (1)

Don Pacho Martínez tenía una yegua y todas las mañanas salía al campo de espuelas y zamarros y sombrero de pieza. Por la tarde, al volver, le buscaba pastaje en las casas vecinas que todavía tenían los patios de adelante con jardines en tierra o solares con ciruelos y chirimoyos y biyuyos.

Don Pacho garantizaba que la yegua era muy bien educada, eso sí, y nosotros la vigilábamos desde el corredor para que no se fuera a comer las matas, pero después del empacho de argentina levantaba la cola y abonaba las eras de geranios como si tal cosa.

Mi abuela le daba las quejas a don Pacho y le decía que así si no le volviera a llevar ese animal, pero siempre volvía porque era más barata que contratar a Papunga para desyervar, y el palo no estaba pa´cucharas.
Cra. 14. Frente al Parque Cabal.


A veces por las tardes se oía tropel de bestias, mugían las vacas y se encaramaban unas encima de las otras, restallaban perreros y una polvareda subía desde el río camino de la plaza y más allá, hacia el ejido. Era prudente cerrar los portones y asomarse a las ventanas a ver pasar la partida sin peligro. Se apretujaban las reses encajonadas por las casas y de pronto en las bocacalles a un descuido del vaquero se escapaban algunas y había que ir a buscarlas a la estación, o a la Merced, o al Templo.

Los ganados venían de los potreros de Guabas o Cananguá, por la carretera, o de la orilla de Cauca por Mediacanoa o de las montañas de Bellavista, derrumbado arriba, bordeando el río por el camino de Careperro. Pasaban por mi casa para no pasar por la calle de la Ermita, me imagino, y atravesaban toda la población de sur a norte hasta el matadero viejo que estaba en el lote del Divino Niño y la Satélite. Allí se acababa el pueblo y empezaban las tierras despobladas del ejido.


sábado, 6 de febrero de 2016

Estampas en sepia X- Madre patria

Estampas en sepia

Diego Salcedo Salcedo
"Zumbambico"

Para el concurso " Recuerdos de mi Pueblo"
de la Junta Regional de Cultura
del Valle del Cauca

Buga 1985


Madre Patria


Yo no se cómo hacía misiá Carmen Obonaga para aguantarse ese muchacherío que le llenaba la casa cuando había corrida. Misiá Carmen vivía en mi cuadra, en la acera de enfrente, antes de las Santacolomas, en una casa "de fachada" todavía sin repello y que tenía un solar grande donde armaban el ruedo con guaduas y tablones que conseguían los muchachos rebuscándose por todas partes.

Yo me embobaba viendo al Mono Saavedra y al menor de mis tíos haciendo banderillas adornadas con papel de seda que parecían auténticas, o inventando capotes de paseo con faldas estampadas que le robaban a Delfina del baúl de Madre Rita. Delfina siempre ponía el grito en el cielo al darse cuenta, pero ya no podía hacer nada porque para entonces el capotillo lucía sobre los hombros de Luis Carlos Martínez en pleno desfile de cuadrillas.

El toro lo hacían con cornamentas conseguidas en el matadero, como hice yo años después por imitarlos, y las manolas eran, ahora se me antoja que lo eran, Clementina Sanín y Fina Plaza, de mucho peinetón, y mantilla de encaje, y abanicos.


Muchachos jugando a torear. Foto Internet.


Además de banderillas, el Mono Saavedra improvisaba trajes de luces y monteras y pintaba los carteles copiando con crayolas y pastel dibujos de Ruano Llopis y Ximénez que venían en revistas mexicanas. Todavía pinta toros, conserva el talle juncal y camina con andares de "mataor" en paseíllo.

Eran sonadas esas corridas y hasta Bernardo Romero y Luis Mario y Jorge Julio, que vivían tan arriba, se venían hasta acá para verlas o echar un capotazo belmontino para alternar y descrestarnos.