La Catedral de San Pedro de Buga
Reseña Histórica
Diego Salcedo Salcedo
Buga, Junio 29 de 1977
Buga, Junio 29 de 1977
La Fundación
La Catedral de Buga, antigua Iglesia Parroquial de San Pedro o Iglesia Matriz, se fundó en las últimas décadas del Siglo XVI en el mismo acto ceremonial que dio vida a la nueva ciudad, cuando los conquistadores demarcaron la Plaza y asignaron los solares para la Iglesia, el Cabildo y las casas de las personas principales.
Debemos suponer que la construcción se inició inmediatamente, aunque con pretensiones mucho más modestas aun que las actuales porque los fundadores venían de varias décadas de deambular con Buga en sucesivos asentamientos sobre la Cordillera Central, la que resultó inhóspita de clima y peligrosa por las cruentas incursiones de los pijaos. Cuando resolvieron bajar al valle, junto al Río de las Piedras, Guadalajara después, no rodaron con mejor fortuna para escoger el sitio porque lo hicieron en la margen izquierda y bastante río abajo hacia el Cauca, donde el terreno, aun hoy, es pantanoso e inundable y hubieron de abandonarlo a los dos años para situarse donde ahora estamos.
Con tantas idas y venidas, la primera fábrica debió tener mucho de provisional y deleznable, porque no era cosa de andar derrochando esfuerzo sin antes convencerse de que era esta la tierra prometida para Guadalajara de la Victoria. Y así debió permanecer por muchos años la iglesita, decentemente pobre, hasta que los temblores, tan sonados antes, impusieron algo mejor hecho luego de que Buga se estabilizó como poblado.
Catedral de Buga , 1890 |
La Gente
Porque si bien ya era adecuado el sitio, los bugueños no resultaron muy aficionados a hacer huesos viejos en su pueblo, vicio que todavía no dejan, y andaban por todo el valle diciéndose bugueños pero presumiendo de vivir en Cali, o en Folleco, en Guabas, Amaime, Toro o Llanogrande. Así somos y seremos porque lo que se hereda no se hurta.
A tal extremo llegaron que varias veces el Gobernador de Popayán tuvo que llamar al orden a los principales para que cumplieran con su obligación de pobladores en lugar de dejar abandonada y a medio hacer la presuntuosa fundación, que estaba vacía de casas y vecinos pero ya se llamaba Ciudad. Así, con mayúscula. Las ciudades vecinas, ni cortas ni perezosas, entendieron que Buga andaba débil de dueños que la sintieran suya y empezaron a correr los cercos alegando pretendidos derechos sobre tierras colindantes cuyo dominio malamente ejercíamos. Los anaqueles se llenaron varias veces de papelotes y alegatos, testimonio y recuerdos validados como prueba en vista de que las Actas y las Reales Cédulas, humedecidas y rotas, habían terminado por desaparecer y con ellas los títulos obtenidos y las armas recibidas según la memoria de los más viejos. Gracias a esos pleitos se levantaron los primeros mapas de esta tierra desde más allá del Río de la Vieja hasta las vecindades de Popayán, que sirvieron para establecer, por siempre jamás y hasta que llegó la Independencia, los límites de Buga, los de Caloto y Cali, los de Toro y Cartago.
El Siglo XVIII y la madurez urbana
Según dicen quienes lo averiguaron, apenas metidos ya en el Siglo XVIII se resolvieron los bugueños a techar con teja sus casas pajizas, como la Iglesia, que varias veces habían sido reparadas para que se tuvieran en pie. Fue entonces cuando Buga adquirió la fisonomía que le conocimos, o que le adivinamos completando con la imaginación sus calles alteradas, desmanteladas y rotas por los vientos de las modas sucesivas que llegaron con la República cuando el patriotismo consistía en remedar a Francia por fuera, aunque en los baúles y las normas se guardaran intactas las rancias pruebas del linaje hispano. El choque entre lo uno y lo otro desbarató a pedazos la ciudad, que quedó como libro viejo y en rústica para leer la historia de nuestros altibajos culturales, pero con lo que queda en pie, o en viejas fotos, se puede reconstruir con certeza una manera única de hacer la arquitectura, distinta entonces ¡ eso si ! de la de Cali, o Cartago, o las demás. Con todas las influencias formales de rigor, con los sistemas estructurales al uso, pero distinta.
Foto Luciano Rivera y Garrido |
Don Miguel Ramos y Sebastián Usiña
Don Miguel Ramos fue el Mayordomo de Fábrica de la Iglesia Matriz durante la reconstrucción, quien aplicó su vida a regalarnos ese pequeño prodigio de buen gusto que es hoy la Catedral, y a fe que sus paisanos eran sensibles pues le reconocieron sus méritos colocando en el frontis, a manera de placa, una tabla grabada que expresa el agradecimiento ciudadano que ganó el Mayordomo. Allí estuvo la tabla por dos siglos hasta que el texto se vació en el mármol y la guardaron dentro de la Iglesia, sobre la puerta que da al patio, por preservarla contra el deterioro.
Don Miguel también quedó contento, y fue tanta su satisfacción que no aguantó las ganas de firmar en la obra con sus iniciales, talladas en las piedras grises que usó para aparejar la Puerta Mayor, donde logró una filigrana de texturas y de formas que no tiene su ancestro en otra parte.La influencia mudéjar se deja ver en celosías y estructuras, en los aleros enriquecidos por tallas singulares, en el ambiente todo de la Iglesia, pero la manera es nativa y es bugueña, verdadera creación estética hija de criollos y resultado de su mestizaje.
De Popayán trajeron a Sebastián Usiña- natural, precisan los papeles- a tallar el retablo mayor, a dorarlo y a pintar los nichos en su estilo, famoso ya en el Valle de Pubenza. Allá dejó aquel púlpito de San Francisco, admirado en el mundo y, como don Miguel, purificó las formas a su aire al punto de que el paso de su mano se reconoce al rompe en todo lo que hizo. Otros labraron los retablos laterales con no menos acierto y donosura, pero sus nombres se los llevó la trampa del tiempo, como le hubiera ocurrido al de don Sebastián si las cuentas de fábrica de la Iglesia Matriz no lo hubieran conservado hasta ahora, cuando volvió a la luz y su dueño no fue ya solamente " El Maestro de 1756", como decía la historia a falta de más datos.
El altar mayor de la Catedral de San Pedro de Buga. Foto Lucía Roldán M. |
Terminaron después la sacristía, y no se apresuraron a demoler la antigua, que penetraba a la plaza, quizás porque el volumen le resultara amable a don Miguel, pero el Cabildo empezó con la necesidad de hacer meter las líneas y mandó recortar aquel turupe.
Si Ramos tuvo escuela y si fue suyo el resultado plástico o de un anónimo alarife que a su mando estuviera, no lo puedo decir. Lo deduzco porque el cargo de la Mayordomía debía exigir entonces dominio del oficio arquitectónico más que del administrativo, y los datos que quedan consignados son elocuentes. Lo cierto es que el bugueño puso su sello en toda la jurisdicción, fuese urbana o rural, repitiendo los modos de la Iglesia Matriz al punto de que, sin otros documentos, podríamos hoy restablecer los límites aquellos de los pleitos por el estudio crítico de las arquitecturas.
Se murió don Miguel ejerciendo su cargo, Ya estaban reparadas Santo Domingo y la Ermita y el estilo de Buga estaba impuesto en la Iglesia de la Compañía, o Iglesia de Jesús, hoy San Francisco, vecina a la casa de los Ramos que allí está todavía, con el diseño raro del alero, convertida en cochera. Doña Teresa de Ocasal, la viuda, al entregar las cuentas, que resultaron cojas, tuvo que suplicar por la memoria de su esposo porque era corto el plazo que le dieron para cubrir el alcance. Sic transit gloria mundi.
Antigua iglesia de Santo Domingo. |
A lo mejor lo enterraron en la Parroquial, según era costumbre, y allí su huesa esté vecina de la del fundador o del Alcalde, el Cura o el Alférez Real, o la hayan desacomodado cuando pidieron sitio después Carlos Montúfar y los dos Cabal o don Luciano Rivera, conocido como literato pero aun por descubrir como fotógrafo. La Catedral, por tanto, es el osario de nuestra historia antigua.
Cómo quedó la Iglesia
La Catedral está sobre un solar entero, un cuarto de manzana que da sobre la plaza, pero la Puerta Mayor se abre a la calle que viene desde el río y así queda a la plaza la Puerta del Perdón, como en Caloto y Cartago, vaya usted a saber por qué.
Lo raro es que la Ermita, Santo Domingo y la Iglesia de Jesús, son paralelas a ella, cual si buscaran que los fieles en oración miren a Oriente. La Capilla del Carmen, hoy del Sagrario, lo mismo que la Sacristía, son perpendiculares a la nave y se meten al patio que antes fue un cementerio del común. Un amplio corredor de pies derechos hace la transición entre la nave y el jardín, al que accede por una puerta frontera a la dicha del Perdón para lograr así cambiar el aire y refrescarlo mientras desde la plaza se transparenta el templo y la vista se ahonda hasta las matas.
Interior de la Catedral. Foto página de Internet de la Alcaldía de Buga |
Un buen documento, sabe ud. algo sobre el pulpito de esta Catedral?
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